Aprendizaje y entrenamiento - Similitudes en el proceso de adquisición de hábitos, por Ramiro Loguercio
Los contenidos de la sesión de entrenamiento deberán, como premisa principal, agilizar los procesos por intermedio de los cuales el deportista adquiera saberes significativos que le permitan interpretar el juego que el entrenador pretende desarrollar.
Para ello es elemental entender, no solo la dinámica de los deportes de pelota, sino también conocer como aprende el cerebro además de cómo influyen la razón y las emociones en la creación de los hábitos que se generan a través de la práctica deportiva.
Cuando, en los entrenamientos, vivenciamos contextos y situaciones relativas al jugar repetidas veces estamos creando el hábito para que el cuerpo responda, y pueda ejecutar la respuesta, con una mayor velocidad y sin la necesidad de tener plena conciencia para hacerlo.
Considerando el escaso tiempo para que los jugadores piensen y tomen una decisión o manifiesten un comportamiento ante las diferentes circunstancias que les plantea el juego, es imprescindible dotarlos de experiencias contextuales similares a las que consideramos luego deberán enfrentar o deseamos manifiesten durante la competición. Por lo tanto, si logramos asemejar la práctica cotidiana a la competición, en términos de modelación de contextos de ejercitación y demanda decisional, estaremos generando hábitos concernientes al jugar pretendido, capaz de ser evocados en situaciones competitivas de modo inconsciente, haciendo posible acortar los tiempos y optimizar las respuestas.
Muchos de los factores que condicionarán la estructuración de las redes neurales y de comunicación de los jugadores estarán bajo las influencias ambientales y contextuales que se le presenten durante el entrenamiento. Cuanto más se acerque el entrenamiento al modelo de juego, mayor será la adquisición de patrones de conducta acordes al juego que se quiere desarrolle el equipo. Entonces, en una determinada situación de entrenamiento, tienen que estar presentes todos los elementos de todas las estructuras implicadas (Física, Técnica, Táctica, Emocional y Cognitiva) y priorizar una por vez, de tal manera que permita una atención preferente (una prioridad) en cada momento.
La finalidad última de los ejercicios es conseguir un jugador pensante, mejorar su inteligencia táctica, trabajar la percepción, fomentar la capacidad para tomar decisiones, la libertad e imaginación. En resumen, que el deportista capte estímulos y llegue a conclusiones por sí mismo sin la necesidad de ser conducido, ello podremos incentivarlo simplemente utilizando actividades que los ayuden a provocar y/o descubrir las respuestas.