COMO SE MODIFICA EL CEREBRO MEDIANTE EL ENTRENAMIENTO MUSICAL Y EL DEPORTIVO, por Marcial Perez
Además de la eficiencia, la selectividad y la precisión que produce el entrenamiento sobre los circuitos neurales, es lógico pensar que la velocidad de procesamiento de la información es otros de los parámetros sometidos a los mecanismos de plasticidad cerebral.
Para ganarse un plátano, los monos debían tocar un disco sólo ejerciendo la presión adecuada con la punta del dedo. Una presión mayor o menor de la demandada por los investigadores acarreaba la pérdida del refuerzo (el plátano). De esta forma lo que Jenkins y sus colaboradores estaban enseñando a los monos era una habilidad sensoriomotora muy fina.
Una vez finalizado el período de entrenamiento analizaron su corteza. La sorpresa fue que el área que se correspondía con la punta del dedo en la corteza había aumentado a medida que los animalitos aprendían a presionar el disco con la presión exacta.
Si el mono estaba motivado para llevar a cabo correctamente la tarea, debido a que recibiría el plátano, su sistema nervioso se comportaba de una manera más plástica facilitando la reorganización de las conexiones neuronales y aumentando la efectividad de la comunicación entre las neuronas que procesaban la información del dedo.
La representación de la punta del dedo en la corteza se iba haciendo cada vez mayor, con redes neurales más densas. A medida que practicaba, incrementaba la efectividad de las neuronas, lo cual implicaba que se necesitaba un menor número de ellas para llevar a cabo el mismo trabajo.
Esta plasticidad puede aplicarse directamente a la música, con los cambios descriptos en su sistema nervioso. En un principio, para tocar un instrumento, el alumno utiliza sus dedos pero también las muñecas, brazos, antebrazos y hombros. Incluso la ejecución puede ir acompañada de ciertas expresiones faciales. Conforme va adquiriendo práctica, el nóvel músico comienza a desprenderse de los movimientos y gestos superfluos, centrándose únicamente en los músculos que necesariamente han de acompañar su ejecución.
Algo parecido sucede con la destreza deportiva. Cuando alguien se inicia por ejemplo en la práctica de esquí, en un principio intenta mantenerse sobre las tablas usando los pies, rodillas y muslos. Incluso, se intentan complejos giros del torso para intentar cambiar la dirección de los esquís o para mantenerse erguidos sobre el plano. Al final de cada una de las primeras jornadas de práctica del esquí, es bastante frecuente toparse con un desagradable dolor en las rodillas. Se fuerzan las articulaciones debido a que se utilizan partes del cuerpo que no aportan el componente sensoriomotor crítico para una buena ejecución.
A medida que la persona va entrenado, la mejora de sus movimientos se hace evidente, para terminar dependiendo casi exclusivamente de la posición de los pies para poder realizar un buen descenso.